Por Yahaira Piña |6 de diciembre de 2017, 3:21 AM

Los padres de un niño con discapacidad caminan más de un kilómetro en una complicada calle de lastre para llevar al menor a citas, terapias y clases. 

Esta vez viajamos hasta Nicoya de Guanacaste para conocer la historia de esta familia. En la zona montañosa se ubica un pequeño poblado conocido como La Esperanza Norte.

Albán construyó una humilde casa hace 13 años. Vive él, su esposa y Yeferson, un niño con discapacidad.

Desde que levantaron las 4 paredes soñaban con hacerle mejoras pero los gastos en comida y lo que requiere el niño consumen el poco ingreso familiar.

Yeferson fue diagnosticado con parálisis cerebral, también sufre ataques epilépticos, tiene un retraso sicomotor, un problema en el tobillo y también en su espalda.

Constantemente deben acudir a citas y dos veces por semana lo llevan a terapia y clases especiales a un centro de enseñanza especial ubicado en Nicoya.

Para llegar a la parada de bus deben caminar un kilómetro por una calle que está en pésimas condiciones. Imagine como queda cuando llueve. 

Luego un bus los lleva hasta el centro de cantón guanacasteco que está a una hora de camino.

En su vivienda tienen un cuarto donde duermen los tres. El piso es de tierra y por las múltiples hendijas de las paredes entra la lluvia, el frío y toda clase de insectos.

Por la condición especial de Yeferson no les queda más que bañarlo en la pila.

Ginette lo alista pero su esposo debe ayudarla pues el niño ya es bastante pesado. Les preocupa pensar que harán conforme crezca.

Después de comprarle al niño lo que necesita lo demás se invierte en comida. Arroz, frijoles, café y masa para tortillas es lo básico y lo de casi siempre.

Ginette tiene sus padecimientos y el humo complica aún más su salud.

Pero como dice ella, es lo que hay. Se preocupa por hacer todo con amor para su familia.

El fogón es en realidad una vieja refrigeradora que les habían regalado y Albán adaptó.

Ya pasaron un susto una vez y casi se les quema la casita. Por eso esta cocina les roba la paz.

El espacio dentro de la casa para que Yeferson esté en su silla de ruedas es de unos cuatro metros cuadrados, prácticamente nada y además es donde está la cocina lo que hace este lugar inapropiado y qué decir de lo peligroso.

El sueño de estos padres gira en torno a su hijo.

Aunque trabajan duro todos los días les duele pensar que es insuficiente para ayudar a Yeferson y darle lo que merece, vivir con dignidad.