19 de diciembre de 2016, 2:28 AM
En medio de la incertidumbre y el miedo a una devaluación que echara al piso sus ahorros, los argentinos se volcaron a los cajeros en diciembre de 2001.

En medio de la incertidumbre y el miedo a una devaluación que echara al piso sus ahorros, los argentinos se volcaron a los cajeros en diciembre de 2001.

"Argentina nunca será la misma", se suele decir cuando, 15 años después, se habla de la crisis económica, social y política que sacudió al país en 2001.

Pero, ¿y si sigue siendo la misma?

Este lunes y martes se cumple un aniversario más de aquellos 19 y 20 de diciembre que dejaron 34 muertos, cientos de bancos y comercios asaltados, decenas de protestas y cacerolazos y 5 presidentes relevados en menos de un mes.

Tras la caída del régimen militar, en las décadas de los 80 y 90 Argentina no terminó de estabilizarse: las devaluaciones e hiperinflaciones, el desempleo y los escándalos de corrupción, los defaults y las renuncias presidenciales fueron capítulos calamitosos de una larga película de drama.

Diciembre de 2001 fue el desenlace violento.

Represión en 2001 en Argentina

La represión y el caos del 19 y 20 dejaron 34 muertos en toda Argentina.

Con un peso que llevaba 11 años forzadamente "atado" al dólar (en la llamada convertibilidad), para fines de 2001 la devaluación parecía inminente, las ayudas del Fondo Monetario Internacional (FMI) se suspendieron y la gente, en medio de una creciente incertidumbre, empezó a sacar sus ahorros de los bancos para convertirlos en dólares.

El entonces presidente argentino, Fernando de la Rúa, se negó a devaluar y el 3 de diciembre decretó el famoso "corralito", una restricción al retiro de efectivo de los bancos para evitar un colapso del sistema financiero.

La medida le echó leña al fuego: millones de argentinos tomaron las calles, las protestas se desbordaron y De la Rúa –que había declarado el estado de sitio– renunció y salió en helicóptero de la Casa Rosada, lo que dio inicio a una crisis política que se extendió hasta 2003.

Cacerolazo en Argentina 2001

Con cacerolas en las manos, millones de argentinos salieron a protestar en diciembre de 2001.

Luego, Argentina se recuperó lenta y parcialmente gracias a varias devaluaciones, una renegociación de la deuda y, desde 2005, un alto precio de la soja, el mayor bien de exportación del país.

El presidente Néstor Kirchner, que gobernó de 2003 a 2007, logró consensos políticos, representar a sectores políticos antes desligados del Estado y, por un tiempo, estabilizar la economía.

Pero hoy –tras dos gobiernos de su esposa, Cristina Fernández, y un año de mandato de Mauricio Macri– muchos dudan si realmente se resolvieron los problemas que quedaron expuestos ese traumático diciembre de 2001.

Acá les explicamos los cuatro más notorios.

Fernando de la Rua

De la Rúa, que renunció en medio del caos de diciembre 2001, ha dicho que el peronismo, que en su gobierno radical era la oposición, gestó un golpe de Estado civil.

Néstor Kirchner asumió en 2003 y, en parte gracias al alto precio de la soja, logró estabilizar durante al menos una década a la economía argentina.

Néstor Kirchner asumió en 2003 y, en parte gracias al alto precio de la soja, logró estabilizar durante al menos una década a la economía argentina.

1. Falta de representatividad política

El problema en el que más coinciden los analistas es que la brecha que hay entre los ciudadanos y el sistema político sigue siendo enorme.

Argentina es un país de militancia, con cientos de organizaciones políticas, pero para los expertos eso no impide que haya exclusión política. Al contrario, aseguran: la profundiza.

"Después de la dictadura, el Estado se desarmó y quedó controlado por sectores empresariales, piqueteros [grupos de marginados organizados que protestan cortando vías públicas]y sindicatos", le dice a BBC Mundo Luis Alberto Romero, historiador y autor de varios libros sobre el tema.

"Esta incapacidad del Estado de actuar de manera neutral se mantuvo hasta ahora sin que ningún gobierno lo solucionara, sino al contrario, se adaptaron y le agregaron elementos", añade.

Protesta de sindicatos en Argentina

El poder y el costo económico de los sindicatos en Argentina es según algunos analistas una de las principales razones por las que el país no ha logrado despegar.

Néstor Kirchner, dice Romero a manera de ejemplo, "lo resolvió a su modo, calmó las aguas dándoles subsidios a grupos de poder locales, pero eso no lo puedes hacer para siempre, porque en algún momento se te acaba la plata".

Vicente Palermo, reconocido politólogo y ensayista, coincide: "La pregunta que se hizo Kirchner fue 'con quién hay que negociar', no 'cómo resuelvo este bache'".

El kirchnerismo, por su parte, siempre sostuvo que los subsidios y programas sociales eran para favorecer a los sectores sociales más postergados.

Esta corriente suele considerarse como una respuesta a la demanda de 2001 por una política distinta, un cuestionamiento al neoliberalismo y un consenso hacia la defensa de los derechos humanos.

"Pero haciendo el balance vemos que no hubo renovación y la corrupción, la falta de transparencia y el populismo tradicional será lo que recordemos de sus gobiernos", añade Maristella Svampa, socióloga y experta en movimientos sociales.

El kirchnerismo, entre tanto, atribuye las acusaciones de corrupción y falta de transparencia a una persecución política del actual gobierno.

El presidente Macri ha prometido acabar con los vicios de la política, pero durante su primer año en el poder ha negociado con los grupos que reciben subsidios, lo que absorbe buena parte del gasto público.

Kirchner fue elegido en 2003 como una alternativa a los gobiernos de los años 90, sobre todo el de Carlos Menem, manchado por la corrupción y una política económica con graves consecuencias.

Kirchner fue elegido en 2003 como una alternativa a los gobiernos de los años 90, sobre todo el de Carlos Menem, manchado por la corrupción y una política económica con graves consecuencias.

2. La inflación, siempre la inflación

Argentina está ahora lejos de las hiperinflaciones de los 70, 80 y 90. Pero tiene una de las más altas del mundo: 40% anual, según cifras oficiales.

Solucionarla pasa por medidas económicas de enorme costo político, coinciden analistas.

"Todo el mundo sabe que la solución pasa por congelar el gasto público y reducir el déficit, así como mejorar la calidad de la educación, de la seguridad, de la salud y del acceso a la justicia", le comenta a BBC Mundo Rosendo Fraga, historiador y politólogo.

"Pero como siempre ha sido más rentable políticamente financiar la pobreza, hoy estamos como si no hubiera pasado nada desde 2001", añade.

La dinámica de la política, aseguran expertos, ha hecho que las reformas estructurales, cuyos resultados sólo se ven en el largo plazo, sean aplazadas por reformas de corto alcance que "apagan incendios".

Eduardo Dugalde

Eduardo Duhalde, presidente de 2002 a 2003, devaluó la moneda hasta un 400%, renegoció la deuda y aumentó el gasto. Eso trajo calma.

3. La pobreza, de las más altas de América

En parte por esa falta de políticas que van más allá del gobierno de turno es que la pobreza sigue siendo un problema de fondo en Argentina, estiman los analistas consultados por BBC Mundo.

Hoy, el país tiene uno de los mayores índices de América Latina: 32% de la población es pobre, según cifras oficiales.

Y nada menos que el 40% de la economía, en términos de bancarización y empleo, es informal.

"La pobreza en Argentina se ha consolidado, no sólo entendida como el conjunto de desempleados, sino como una sociedad, una cultura, un entendimiento de la vida desligado de las clases medias y altas", asegura el historiador Luis Alberto Romero.

"Y el esplendor económico y político que tuvo el kirchnerismo no resolvió nada de eso", concluye.

Con el kirchnerismo hubo importantes logros sociales, añade Palermo, "pero el dinamismo económico que se necesita para tener estabilidad a largo plazo y fomentar la movilidad social –la eficiencia, exportar, importar– no se resolvió".

"El gobierno actual reconoce ese problema, pero le está costando mucho y no creo que lo esté haciendo con la receta correcta", concluye.

Saqueos en Argentina

Los saqueos de comercios son recordados como una de las facetas importantes de la crisis de 2001. Hoy no hay tienda que no tenga una sólida persiana protectora.

4. Relación de desconfianza con los mercados internacionales

Uno de los elementos centrales del proyecto de Macri ha sido volcarse hacia los mercados internacionales, después de 10 años en los que Argentina tuvo una relación antagónica con ellos.

Tanto el gobierno central como las provincias se han endeudado este año, pero el capital se ha ido en saldar cuentas y gasto público.

Las tan esperadas inversiones, por ahora, no han llegado, en parte porque, según agencias de riesgo, los mercados aún desconfían del país.

No es la primera vez que se da ese vuelco: esa relación de amor y odio con los mercados –de interdependencia o conflicto– ha sido una constante de los gobierno argentinos desde los años 70.

Y eso, según analistas, ha aislado al país.

Según el Banco Mundial, Argentina sigue siendo uno de los países de América Latina que menos exporta, un dato que para los expertos muestra el rezago de su economía.

"Mientras no haya una solución de fondo del bache fiscal, que ponga los costos en su justa medida y nos volvamos competitivos, no vamos a generar esa confianza", afirma Fraga.

"Antes (con Kirchner) fueron los ingresos por los commodities[materias primas], hoy (con Macri) son los ingresos por la deuda: en ambos casos se nos fue la plata en cuenta corriente y pospusimos las soluciones", concluye.

Pero si bien Argentina enfrenta problemas estructurales similares a los de hace 15 años, los analistas consultados por BBC Mundo descartan la posible repetición de un escenario como el de aquel diciembre.

Los argentinos parecen haber aprendido que un episodio de violencia no necesariamente cambia a un país para siempre.